Las 10 playas secretas más codiciadas del mundo para irse de vacaciones

En la Isla de Pascua se encuentran pocos visitantes, el sonido de la naturaleza, serenidad para apreciar lo que el lugar quiere mostrar (Archivo)
En la Isla de Pascua se encuentran pocos visitantes, el sonido de la naturaleza, serenidad para apreciar lo que el lugar quiere mostrar 

 

El mundo es demasiado vasto para considerar que se conoce por completo. Hasta los viajeros más empedernidos siguen sorprendiéndose con sitios no tan transitados y que dejan experiencias nuevas. La playa es un reducto donde la mayoría cree que todo se vive igual: la temperatura del agua, el tipo de arena, el modo en que rompen las olas, la vida marina y el paisaje que rodea.

 

Las Islas Turcas y Caicos son otro destino que, si bien no aparece en el listado, merece una mención especial por su magia y exclusividad (Chule Valerga)

Las Islas Turcas y Caicos son otro destino que, si bien no aparece en el listado, merece una mención especial por su magia y exclusividad

No obstante, aún para los surfistas experimentados o los amantes incondicionales que buscan aquellos sitios especiales, existen espacios únicos donde se puede tomar contacto con la naturaleza y la cultura local con cierto aire autóctono. Pocos visitantes, el sonido de la naturaleza, serenidad para apreciar lo que el lugar quiere mostrar.

 

Para pasar unas vacaciones enteras o para irse en una escapada reparadora, una colonia de artesanos o un pueblo de pescadores, un mar abierto y plano o la encrespada arquitectura de las rocas. Un recorrido por los lugares que seguro no están en radar.

Con cultura turca

Çıralı, en la costa turca al sur de Antalya, Turquía, se encuentra en un valle debajo de la carretera principal de la costa, y se siente remoto sin ser tan difícil de encontrar. Los hoteles están enclavados entre árboles de granada, y el único desarrollo real es una corta calle principal de restaurantes y tiendas, a la que se suma un borde costero de tabernas de pescado. Las playa de canto rodado (que ha espantado a los desarrolladores de turismo tradicional) y arena, rodeada dramáticamente de montañas, es casi totalmente virgen.

 

En la costa turca al sur de Antalya, Turquía, Ciriali es el lugar ideal donde el viajero siempre encontrará un sitio para hacer propio sin ver a nadie más.

En la costa turca al sur de Antalya, Turquía, Ciriali es el lugar ideal donde el viajero siempre encontrará un sitio para hacer propio sin ver a nadie más.

Es el sitio ideal donde el viajero siempre encontrará un sitio para hacer propio sin ver a nadie más. Sin embargo, no todo queda allí. Para quien se anime a levantarse de la arena o salir del mar, a sólo 15 minutos al sur, siguiendo el camino de la playa, se encuentran las ruinas de Olympos, una ciudad que se remonta a los antepasados griegos, y atraviesa la cultura romana para llegar a los piratas medievales. Invita a la exploración porque no cuenta con muchas señalizaciones y guía, pero es sencilla de recorrer y entretenida para hacerlo con niños.

En tanto, Phaselis, a 20 minutos en auto hacia el norte, es un sitio similar, un poco más grande y más concurrido, pero con sitios donde los bañistas pueden saltar desde las antiguas murallas del puerto. Sin embargo, lo más sorprendente, es un fenómeno único llamado yanartaş (piedra en llamas). Escalando las montañas que caen sobre la playa se llega a una ladera algo escarpada desde donde las llamas han estado saliendo de pequeños agujeros en el suelo durante miles de años producto de emisiones de gas natural. Asar salchichas de manera natural es otra experiencia inolvidable. Hay senderos bien marcados y el recorrido es simple. Las tortugas bobas, en peligro de extinción, son otra de las joyas del sitio.

Con tradición africana

En el sur de Africa Mozambique ofrece una cadena de localidades repletas de historias antiguas. La Isla de Ibo, integrante del archipiélago de las Quirimbas en el océano Indico con formaciones coralinas, suma, además, paisajes que dejan sin habla. Allí hay resquicios de la cultura portuguesa que se afincó allí en el siglo XVII. Para llegar, lo más sencillo es hacerlo en avión desde Pemba en Cabo Delgado, para luego tomar un clásico veleros dhow africano que llega hasta ella.

 

En el sur de África la Isla de Ibo, suma, paisajes que dejan sin habla, con resquicios de la cultura portuguesa que se afincó allí en el siglo XVII.

En el sur de África la Isla de Ibo, suma, paisajes que dejan sin habla, con resquicios de la cultura portuguesa que se afincó allí en el siglo XVII.

Es el sitio ideal para hacer surf rodeado por los bosques de manglares y playas vírgenes. Es recomendable visitar las Fortalezas São João Batista do Ibo y la de San Antonio, dos de los asentamientos más antiguos de la zona. Perfecta para recorrerla a pie en largas caminatas: tiene 10 por 5 km y está casi totalmente urbanizada, aunque con la delicadeza de la arquitectura local, amiga del cuidado ambiental.

El sueño norteamericano

La pequeña ciudad de surf de Cayucos, al norte de Los Ángeles, justo en la autopista de la costa del Pacífico, está salpicada de edificios occidentales del siglo XIX, tiendas vintage y un muelle que se extiende casi 3 mil metros hacia el océano. Visitarla se siente como retroceder en el tiempo, como si se hubiera entrado en el viejo oeste, excepto por la playa.

Es el último de los históricos pueblos costeros de California. Hay salones, banderas estadounidenses y tiendas de antigüedades que venden exquisitas artesanías de temática marina y el aire está cargado de sal, niebla costera y el aroma del océano. Este ambiente hogareño y simple de la vida de la playa es la razón por la que muchas familias regresan a Cayucos año tras año, visitando los mismos lugares queridos y deleitándose con el mismo encanto.

 

Visitar Cayucos se siente como retroceder en el tiempo, como si se hubiera entrado en el viejo oeste, excepto por la playa. Es el último de los históricos pueblos costeros de California.

Visitar Cayucos se siente como retroceder en el tiempo, como si se hubiera entrado en el viejo oeste, excepto por la playa. Es el último de los históricos pueblos costeros de California.

El surf es una de las actividades por excelencia de la ciudad. Para expertos, pero también para quien quiera experimentar el deporte por primera vez. Good Diversión, tienda ubicada a solo unos pasos de la playa, tiene todo lo que se necesita: desde trajes de neoprene hasta tablas, además de surfistas amables y dedicados que pueden enseñar los primeros pasos.

Estero Bluffs State Park es un paraíso costero para el trekking. Los senderos invitan a una caminata fácil con excelentes vistas. La frutilla del paseo: Ocean Ave, la avenida principal, repleta de tiendas de decoración excelentemente curadas en torno a objetos nauticos. No se puede evitar una visita a «Remember When and Remember When Too».

El otro sueño americano

Los tranvías, un paseo marítimo de 4 kilómetros frente al puerto y dos faros rojos del siglo XIX le dan una sensación nostálgica a Grand Haven, una antigua ciudad del Lago Michigan. Los navegantes y pescadores acuden aquí, y a los más inquietos les interesa la breve pero intensa escalada Rosy Mound, que implica unos 3000 metros en ascenso y dunas descendientes hacia el propio lago.

Hay aguas tibias poco profundas para nadar y arena suave en dos playas públicas. Después del atardecer, los restaurantes locales, las heladerías y las tiendas cobran vida. Una alternativa tentadora puede ser recurrir a un B & B victoriano como el Khardomah Lodge de 1873 o un alquiler de un bungalow con su propia playa, como en Lake Michigan Cottages.

 

En Grand Haven hay aguas tibias poco profundas para nadar y arena suave en dos playas públicas. Después del atardecer, los restaurantes locales, las heladerías y las tiendas cobran vida.

En Grand Haven hay aguas tibias poco profundas para nadar y arena suave en dos playas públicas. Después del atardecer, los restaurantes locales, las heladerías y las tiendas cobran vida.

Grand Haven fue fundada donde el Grand River se encuentra con el Lago Michigan, y pueden recorrerse ambos en un crucero sobre la goleta Wind Dancer. Se puede pescar salmón, trucha de lago o lubina y luego hacerlas preparar en algunos de los restaurantes locales a través del programa Michigan Catch & Cook. Grand Armory Brewing es el sitio para probar el cocktail local y la cerveza negra artesanal.

Tan rara que no puede ser cierta

Un secreto bien guardado entre los habitantes de Sydney reúne al insecto más raro del mundo, hongos que brillan en la oscuridad, más de una decena de aves a punto de extinguirse, una palmera exclusiva y al murciélago enorme. Las islas Lord Howe del Océano Pacífico tienen limitado el ingreso a 400 turistas por temporada. Allí la luz eléctrica es casi inexistente y el transporte típico es la bicicleta. Se llega en un vuelo dos horas desde la ciudad.

 

Un secreto bien guardado entre los habitantes de Sydney reúne al insecto más raro del mundo, hongos que brillan en la oscuridad

Un secreto bien guardado entre los habitantes de Sydney reúne al insecto más raro del mundo, hongos que brillan en la oscuridad

Las islas nacieron producto de una erupción volcánica hace 7 millones de años. Es Patrimonio Mundial de la UNESCO, producto de sus montañas de basalto que se sumergen directamente en el mar. En la playa de Ned se puede alimentar con la mano el pez rey, la especie autóctona; mientras que en la playa Old Settlement las tortugas se tumban en la arena. Capella Lodge propone nueve habitaciones en la cima de Lover’s Bay. Propiedad de James y Hayley Baillie, cuya otra propiedad es el famoso Southern Ocean Lodge de Kangaroo Island, célebre por su spa. Pinetrees Lodge ha sido administrado por la misma familia desde 1848 y es un reducto tentador por su historia.

Con acento francés

Es la mayor duna de Europa la que seduce aventurase hasta Pyla-sur-Mer, el barrio costero de La Teste-de-Buche, al ingreso de la cuenca de Arcachon en Francia. Se trata de un reducto que data de la pos segunda guerra creado por el empresario Daniel Meller, después de un intercambio de tierras con el estado. Hoy alberga un mosaico costero de casas de verano de estilo colonial, bajas y imponentes, con pinos maravillosos que integran el el bosque de las Landas.

 

Las enormes dunas de Pyla-sur-Mer, en la costa francesa, no sólo invitan a sus playas, sino a los deportes de aire, como el parapente.

Las enormes dunas de Pyla-sur-Mer, en la costa francesa, no sólo invitan a sus playas, sino a los deportes de aire, como el parapente.

Puede subir a la duna todo el año. A pie puede ser exigente, pero se instala una escalera desde abril hasta principios de noviembre. El acceso es gratuito, pero el estacionamiento no. Antes de abocarse a la playa, no se puede perder la Villa Tethys, construida en 1924 con estilo Art Deco con influencias griegas, creada por el arquitecto Roger Henri-Expert, que es también autor de las villas inspiradas Canope y Lyside.

Al otro lado de la bahía, se sitúa el reconocido punto de Cap Ferret, como un imán para cruzarse con el jet set. El ferry a Chez Hortense en el histórico Quartier Ostréicole en el extremo sur, propone platos locales imperdibles: el bacalao en una emulsión de coco y lima y vieiras con remolacha glaseada.

La Polinesia americana

Pocos territorios en el mundo pueden llamarse a sí mismos «isla» con la autoridad que tiene la Isla de Pascua para hacerlo. Es que este territorio, que pertenece administrativamente a Chile, está a 2.000 kilómetros de la tierra habitada más cercana. Aunque bajo dominio chileno, es considerada parte del archipiélago polinésico. Cuenta con toda la impronta típica de esa geología: arena blanca, palmeras cocoteras, azul cielo mar sin horizonte, olas que acarician. Sin embargo, sigue siendo casi virgen, con escasos visitantes.

Se sabe que ha sido el origen de la cultura rapa nui. El rey Ariki Hotu Matu’a desembarcó en ella y estableció el primer poblado de la isla. Localmente se la llama Hanga Mori o Hanga Rau Ariki (Bahía de Reyes). A todos estos atributos se suma un dato extra que aporta una combinación inhallable: el Ahu Nau Nau, los septillizos moais que dominan la playa. Una unión verdaderamente única.

 

La Isla de Pascua cuenta con toda la impronta típica de esa geología: arena blanca, palmeras cocoteras, azul cielo mar sin horizonte, olas que acarician pero sigue siendo casi virgen, con escasos visitantes. Y, además, están los moais.

La Isla de Pascua cuenta con toda la impronta típica de esa geología: arena blanca, palmeras cocoteras, azul cielo mar sin horizonte, olas que acarician pero sigue siendo casi virgen, con escasos visitantes. Y, además, están los moais.

Un recorrido interesante para hacer es el camino interior que une el centro con Anakena. A un kilómetro de distancia, Ovahe es la segunda playa, encerrada por la montaña de piedra negra y sin nadie alrededor. El regreso puede hacerse por el camino costero, que está sembrado de moais. Se pasará por Ahu Te Pito Kura, con su moai recostado de 11 metros de altura y una piedra perfectamente redondeada que marcaría el ombligo del mundo, la zona de Papa Vaca, importante por los petroglifos y el Ahu Tongariki, que ha sido completamente restaurado.

Los deportes acuáticos son una de las especialidades de Isla de Pascua. El buceo es una actividad destacada, porque por las condiciones especiales de la isla, la luminosidad en las profundidades es tan clara como si uno estuviera en la superficie. Otro dato a tener en cuenta es que en febrero se celebra Tapati, la fiesta nacional, que incluye competencias deportivas locales y la elección de la reina de la isla.

La más cinéfila

El Lido es la única isla de Venecia que tiene playas. La aristocracia italiana lleva siglos eligiéndola como destino vacacional. Y, como tal, muestra cicatrices de diferentes etapas históricas.

Llegar al Lido es sencillo: se puede acceder por vaporetto, las típicas lanchas colectivas de Venecia (es necesario obtener el ticket especial de la empresa Alilaguna, diferente de ACTV, que es la que brinda los pases diarios con una cantidad de viajes irrestricta), pero también por ferry (que transportan autos, porque Lido, a diferencia de las otras islas, tiene calles transitables).

 

El Lido es la única isla de Venecia que tiene playas. La aristocracia italiana lleva siglos eligiéndola como destino vacacional. Y, como tal, muestra cicatrices de diferentes etapas históricas.

El Lido es la única isla de Venecia que tiene playas. La aristocracia italiana lleva siglos eligiéndola como destino vacacional. Y, como tal, muestra cicatrices de diferentes etapas históricas.

A pocos metros, ya cerca de la arena, y apenas a una década hacia atrás en el tiempo de distancia, el sobrio Hotel des Baines, donde pasó sus noches el protagonista de Muerte en Venecia, novela que Thomas Mann escribió en 1912. El hotel tuvo su propio destino trágico: en 2008 se incendió mientras se realizaban trabajos de renovación y, a pesar de las múltiples promesas de reapertura, fue reconvertido en un complejo residencial. De una época similar, con una impronta mucho más cercana al arte veneciano tradicional, el Hotel Excelsior, a mitad de camino en el Lungomare Marconi (la calle paralela al mar), nos devuelve al presente: su impronta lujosa atraviesa los tiempos.

Los balnearios son mayormente privados y pertenecen a los hoteles. Sin embargo, existen espacios de playa pública. La arena es suave y el mar azul y extremadamente calmo. Se puede caminar durante metros hacia adentro del Adriático y el agua, de temperatura deliciosa, no superará la altura de la cintura. La estética de los balnearios nos devuelve a los ’70: casetas bicolor (a rayas, blancas y verdes o blancas y azules) y un espacio privado al fondo para cambiar de ropas.

Costa azul de península

El mar que rodea la Costa Azul de Portugal que, ciertamente, hace honor a su nombre: es de un tono asombroso contra la pared de roca blanca. Oculta a lo largo de la costa sur, entre el romero silvestre y los acantilados, Azoia es una playa secreta, una joya por descubrir y es ideal para aquellos que gustan de los chapuzones. Situada en el Cabo Espichel, el sitio es el agreste y solitario en el extremo sudoeste de la Península de Setúbal.

Protegida por acantilados en ambos lados, permanece fuera del radar debido a su pequeño tamaño y su impactante descenso. Aquí, las colinas salvajes de la península de Setúbal caen al mar azul intenso, y hacen que esta capa sea perfecta para el aventurero cazador de playa.

 

El famoso faro de Cabo Espichel del siglo XVIII y la cercana iglesia Nossa Senhora do Cabo, a solo 3 km al oeste, también son dignos de ver, al igual que las huellas de dinosaurios de 145 millones de años.

El famoso faro de Cabo Espichel del siglo XVIII y la cercana iglesia Nossa Senhora do Cabo, a solo 3 km al oeste, también son dignos de ver, al igual que las huellas de dinosaurios de 145 millones de años.

El famoso faro de Cabo Espichel del siglo XVIII y la cercana iglesia Nossa Senhora do Cabo, a solo 3 km al oeste, también son dignos de ver, al igual que las huellas de dinosaurios de 145 millones de años. Fueron originalmente dejadas por un rebaño de saurópodos, enormes dinosaurios de cuatro patas. I Love Espichel es un cálido sitio para tomar algo o disfrutar de la comida casera portuguesa, está situado a pasos de la iglesia de Nossa Senhora.

Secreto asiático

De una superficie de 572 kilómetros cuadrados la Isla de Phu Quoc en Vietnam es la simbiosis perfecta entre la gastronomía y cultura de ese país, junto a la naturaleza agreste y poco explorada. La mejor manera de llegar es en avión desde Ho Chi Minh (ex Saigón). Hay numerosos vuelos diarios que duran cerca de una hora hasta el destino. Es la isla más grande del golfo de Tailandia, más cercana a Camboya que a Vietnam continental. Es reconocido por sus playas despejadas y la mejor salsa de pescado del país, un ingrediente típico.

Sus costas tienen arena de color vainilla con casas de huéspedes que bordean la riviera con pequeños pueblos, que se pueden visitar en motocicleta, el vehículo más común en la isla. Los taxis son una opción. Cuentan con taquímetros a la vista y se puede apalabrar el precio previamente para viajes largos y/o esperas. Contratar uno por unas 8 horas puede rondar los 45 dólares.

 

La Isla de Phu Quoc en Vietnam es la simbiosis perfecta entre la gastronomía y cultura de ese país, junto a la naturaleza agreste y poco explorada.

La Isla de Phu Quoc en Vietnam es la simbiosis perfecta entre la gastronomía y cultura de ese país, junto a la naturaleza agreste y poco explorada.

La mayoría de las personas eligen Bai Truong, un área de palmeras de la costa este, con balnearios y cafés. El calamar a la parrilla es una especialidad local. Por otro lado, las cascadas de Suoi Tranh se encuentran dentro de un parque nacional que incluye una serie de senderos bajo una vegetación profusa. Es recomendable no visitarlo en fines de semana, cuando acuden los locales. En tanto, en la zona de Ba Keo, la más céntrica de la isla, se puede optar por cenar pescado fresco grillado con mesas dispuestas en la arena.

FUENTE:

www.infobae.com

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